‘Filles de la Misericòrdia’, una obra en estado de gracia

Un inmenso retablo recibe al espectador, haciéndonos temer lo peor: aviso de que va a asistir a una representación digamos que de teatro político, una de las corrientes teatrales del siglo XX. De hecho, leyendo la sinopsis todo  apunta en esa dirección. Veamos algunas frases. “El estigma político de los vencidos de la Guerra Civil”; “sobrevivir a los tiempos más convulsos de la historia reciente”, y “la rancia educación católica”. Todo ello, envolviendo la trama ambientada en una Casa de Misericordia durante los años 70 y 80.

Debo añadir que ese retablo, como única escenografía, acabará siendo gran  hallazgo para el auxilio de la exquisita dirección que firma Pere Fullana, así como el encargado de hacernos llegar la omnipresente carga simbólica, que pretende retratar el carácter opresor de la iglesia católica. Arriba el telón.

Los primeros minutos son esenciales para despejar dudas, entender el papel que juega esa inmensa pintura desglosada en fragmentos de claroscuros.

Cuatro amigas que se han conocido creciendo en un orfanato, y comparten la memoria agridulce de aquel pasado remoto, viajan a Nápoles,  en lo que sin duda es un recurso de dramaturgia ajeno en sí mismo a la acción aunque   providencial para anclar correctamente la naturaleza de la trama. El viaje a Nápoles en absoluto es gratuito, desde el momento en que en esa ciudad se encuentra la pintura de Caravaggio, ‘Sette opere de misericordia’ (1616), que es lo que en realidad reproduce el retablo que preside la escena.

Debo subrayar, desde ya mismo, la magistral recreación que hacen Rebeca Del Fresno, Anna Berenguer, Irene Soler y Catalina Florit de cada uno de sus respectivos personajes, generando una tensión dramática de principio a final, que no decae en ningún momento, y que además aporta una selección de  estampas de la vida compartida entre ellas que son una auténtica delicia debido a la inmensa ternura que aportan cada una de las cuatro actrices. Lo que unido al fino instinto de Pere Fullana para moverlas por el escenario, y de paso crear magníficas interacciones con el retablo, sin duda convierten a ‘Filles de la Misericòrdia’ en una obra única, independiente del significado.

La obra ya digo que se ambienta en los años 70 y 80 del siglo pasado, pero igualmente podría estarlo en el período comprendido entre los años 50 y 60 puesto que comparten leitmotiv: estar inmersos en un Estado confesional.

La mirada de Pere Fullana es la de un agnóstico, pero hay honestidad en su planteamiento crítico evitando caer en simplezas o torpes encanallamientos. Yo mismo estudié en un colegio de curas, en el período 50-60, y aunque no era lo mismo hacerlo en los jesuitas que en la Misericordia, sí me identifico con buena parte del relato, pues me veo reflejado en esa infancia y primera adolescencia. No tengo conocimiento suficiente de los textos elegidos para reproducir escenas vinculadas con hechos reales, pero a efectos dramáticos el período 70-80 resulta mucho más agradecido porque se corresponde con el despertar de una generación que por primera vez tomará conciencia de sí misma, formando parte de ello el proceso autodestructivo vivido en los 80, que viví como periodista y en consecuencia como notario de la actualidad.

Volviendo a ‘Filles de la Misericòrdia’, sorprenden los pequeños hallazgos que se suceden permanentemente, dándoles un brillo especial la deliciosa e impresionante actitud de las cuatro actrices perfectamente identificadas con sus personajes. El grado de concentración es óptimo, sublime diría, siempre a disposición de un mago, Pere Fullana, que vive un momento dulce de su carrera teatral. Para ser sincero, no me esperaba tanto.

La obra se ha representado los días 19, 20 y 21 de abril en la sala petita del Teatre Principal de Palma, y siendo una coproducción de Iguana Teatre con Albena Teatre, Teatro del Temple y el propio Principal, ahora aguarda una gira por Aragón y Comunidad Valenciana. Volveremos a verla en la isla, a comienzos del próximo mes de octubre, en el Teatre del Mar, y allí pienso acudir de nuevo, porque más que nunca estará en estado de gracia.

Deja un comentario