Carles Sans escribe en directo sus ‘memorias’

Coincidiendo con el descanso indefinido de El Tricicle, tal vez una simple parada accidental cuarenta años después de iniciarse todo aquello, llega de repente ‘¡Por fin solo!’, desbordante torrente de palabras que vienen a dar   nueva vida a lo que durante décadas se había concretado en la mudez de las formas. Podría haber sido un monólogo cualquiera, tal vez una conferencia sin más, incluso una imitación burlesca de su paso por El Tricicle. Parodia en definitiva. En cambio, a lo que asistimos es a una celebración, en la que  ‘el guapo’ del trío nos propone asistir a presenciar la escritura en directo de sus memorias. No hay argumento, salvo entenderse él mismo como tal. Ahí reside precisamente lo magistral de esta propuesta. Hablo de Carles Sans.

Ante todo debe subrayarse que ‘¡Por fin solo!’ lleva implícito un guiño a la presencia ausente de sus compañeros de escapada, Joan Gràcia y Paco Mir, Un guiño permanente. Es más, al fondo del escenario, aparecen las siluetas difuminadas de ellos porque esta historia carecería de sentido sin apelar a las andadas, tanto tiempo compartidas. De hecho la técnica sigue siendo la propia del trío, combinando gestualidad siempre que el relato lo requiere.

El espectáculo es en sí mismo un permanente gag, gigantesco, construido a la manera de una delicada y valiosa obra de orfebrería en la que veremos ir engarzándose anécdotas que cobran nueva vida más allá de sí mismas y sin importar, que su origen sea real o imaginado. Carles Sans invade la escena como si del aplicado predicador se tratase, solo que en lugar de tener entre las manos su libro de remedios, simplemente nos seduce con el ceremonial permanente e inagotable de la magia del humor.

Su perfecto dominio de los tiempos, su capacidad de atraparnos de manera inesperada en sus cambios de ritmo, su forma de regresar a una historia ya contada tiempo antes para hacer de una simple alusión gag de alto voltaje, son los recursos que utiliza con una naturalidad pasmosa siendo el formato   en definitiva el de un conferenciante que viene a darnos la tabarra. Las risas en ocasiones elevadas a categoría de carcajadas nunca nos abandonan. El talento de Carles Sans emerge y se magnifica con el perfume inconfundible de El Tricicle. No son memorias, es un sentido homenaje al ADN del trío.

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