‘Los Perros’ nos descubre la voz interior de la coreografía

El 20 de marzo tuvo lugar la representación en Palma de ‘Los Perros’, que me atrevería a catalogar de insólito espectáculo de danza contemporánea y acogido con gran sorpresa por el público del Teatre Principal. Esta pieza, producto y consecuencia de una residencia de creación en el Festival ADN, el 31 de julio de 2021 seguía siendo lo que se llama un ‘work in progress’, hasta su estreno en première el 29 de abril del año 2022.

‘Los Perros’ bien podría venir avalado por La Veronal, siendo la compañía Led Silhouette un proyecto que desarrollan desde 2016, dos bailarines que son miembros de La Veronal, el madrileño Jon López y el navarro Martxel Rodríguez, embarcados en investigar nuevas formas de movimiento con la intención de ofrecer su propia visión de la danza contemporánea. Además, esta pieza es una coproducción de Led Silhouette y Marcos Morau, a su vez coreógrafo y director de La Veronal, reconocido el año 2013 con el Premio  Nacional de Danza, con tan solo 33 años, el más joven hasta la fecha. Pero hay más, porque los textos son originales de Carmina S. Belda, también de La Veronal, y asimismo, tenemos al chileno Juan Cristóbal Saavedra en el diseño de sonido, un habitual colaborador de Marcos Morau.

Debo reconocer que asistí a ocupar mi butaca en la sala, con prejuicios de por medio, debido al hecho de que uno de los objetivos de Led Silhouette, es darles visibilidad a determinados colectivos, pero una vez levantado el telón, absolutamente todo se estremeció imparable en mi interior. Porque era la primera vez que tomaba conciencia de algo insólito: descubrir algo tan poco frecuente como la voz interior de una coreografía, creada ésta por el reconocido internacionalmente Marcos Morau, él valenciano para más señas, si bien en el tramo final compartida con los bailarines, que eran los fundadores de Led Silhouette. Pero como una coreografía es la expresión corporal, necesariamente guiada por la música, la ausencia de ésta por el excelente trabajo de Juan Cristóbal Saavedra con sonidos primarios daba mayor transparencia al esclarecedor pulso interior del movimiento.

‘Los Perros’ habla de la necesidad del otro, la comprensión, la empatía, la compasión o la docilidad, dando como resultado una danza pasional que encuentra su sentido más puro en la repetición y en la catarsis. El inicio de párrafo no son reflexiones mías, sino de los autores, y a su vez danzantes. Aunque las hago necesariamente mías, al observarles inmersos en aquellas evoluciones de una belleza primitiva tan inesperada como agradecida. De tal manera que igualmente encaja en la reflexión de quién lo observa ser el relato del hombre que se contempla en el otro para encontrarse a sí mismo.

En realidad asistimos a una suerte de flashback, puesto que atendiendo al texto de Carmina S. Belda,. lo que observamos en escena se divide en dos partes: ‘Ancianos y Niños’, tanto como decir el balance de lo ocurrido y el desconocimiento del porvenir, si bien aquí la reflexión interacciona a cada paso que va desarrollando la acción, transformando la memoria en un ir y venir de posibilidades, y hasta aquí la ‘filosofía’ de Led Silhouette, porque    de inmediato todo se contagia por el genio de Marcos Morau cuyo lenguaje se basa, dicho por él, “en aniquilar toda lógica orgánica, convirtiéndose el movimiento en una identidad única”. Precisamente esa ‘lógica orgánica’ es la que, siempre, ha acompañado a los movimientos coreográficos desde los clásicos rusos. Aquí, en cambio, la ‘náusea’  contemporánea, desnuda las formas convencionales, las convenciones, obligándonos a ver los cuerpos  en un estado de profundas dudas e interrogantes.

¿Hay una premeditada homosexualidad, en la interacción de los cuerpos? Pues claro que la hay, pero también el convencimiento que es en la fricción de los cuerpos, cuando emerge en toda su intensidad, ese instinto primario, capaz de llevarnos como ya he apuntado al descubrimiento de aquella voz interior que nos susurra en el alma la naturaleza última de la coreografía.  

‘Los Perros’ en este sentido es el descubrimiento de nuevas formas capaces de acercarnos en plenitud al significado de la danza en los clásicos griegos.

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