En ‘Coriolà’ la Antigua Roma Eva Zapico la resume en pandillas urbanas

A sala, prácticamente vacía, se representó el 7 de abril en el Principal de Palma, ‘Coriolà’ por la compañía valenciana de Eva Zapico. Dos horas o casi, yo diría que completamente insufribles, porque está bien acudir a las tragedias de Shakespeare siempre y cuando se respeten unos presupuestos mínimos, en especial cuando el objetivo es abordar la tragedia, de inicio a final, y además hacerlo literalmente. La ocurrencia en este caso es llevar la ambientación de la historia en el presente y con la pretensión de plantear la denuncia de la ambición del poder. Debo confesar que, por momentos, me sorprendía el hecho de parecer estar hablándose de Pedro Sánchez, lo que resulta ser un imposible metafísico, puesto que la farándula anda instalada casi por completo en la corrección política, y en consecuencia no podía ser el caso. Una lástima el esfuerzo, para nada, del cuadro de cinco actores y una actriz, además del músico que en directo repartía papeletas de tópicos a mayor alabanza de una puesta en escena en la práctica insostenible.

Vamos a ver. Por algo será que existen las compañías de teatro clásico para abordar temáticas que en el capítulo de la interpretación exigen unas pautas extremadamente exigentes, para dar identidad incuestionable a las maneras de abordar la declamación, la tensión dramática y si me apuran, encarnar a cada personaje con el rigor necesario, algo que no ocurre en esta adaptación llevada a nuestro día a día, transformando el elenco en simples pandilleros, porque eso es lo que son a los ojos del espectador, y que solamente alegran al público a través de unas ingeniosas coreografías, situadas de manera un tanto reincidente y discrecional a lo largo del relato, de tal manera que van perdiendo fuerza conforme observamos su vacío intencional por repetitivo mientras se dejan desangelados pasajes de mayor enjundia.

No digamos ya, la ‘boutade’ de pasar a vocear en directo, y en inglés, unos breves pasajes del texto original de Shakespeare que es manera de subrayar ‘aquí estamos, en estado de gracia, dándole alas a todo un Shakespeare’.

Debe reconocerse el mérito de un cuadro de intérpretes, que no completan ni la cuarta parte del reparto sugerido en la obra, lo que debe entenderse como consecuencia del trabajo de adaptación de Iñaki Moral, por otra parte sin fuelle para aligerar páginas del texto, y centrarse en aspectos concretos. Beethoven compuso su obertura ‘Coriolano’ justo dos siglos después de la edición de la tragedia de Shakespeare, y ni por asomo se planteó adaptar el drama shakesperiano, simplemente tomar la anécdota para ir a perfumarla aplicándose en los días imperiales de Centroeuropa. Aplicó el titular, solo eso. Sin pretensión adicional alguna. Todo lo contrario de Eva Zapico, que se deja llevar por ínfulas improcedentes por mucho que la sátira –que es el caso- pretenda ser la coartada para esta adaptación contemporánea.

Un teatro prácticamente vacío escuchó sin emoción esta obra, supongo que bienintencionada, que se estrenó el año pasado en Valencia. Mejor haberme quedado en casa, leyendo ‘Marco Antonio y Cleopatra’, sin ir más lejos.

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